Narcolaboratorio en Choix, cocinaban 2 toneladas de metanfetamina líquida al día

En el corazón de la sierra de Choix, donde el Estado brilla por su ausencia y la ley se escribe con armas largas, el Ejército Mexicano aseguró un narcolaboratorio de alto impacto. Un centro clandestino de producción de metanfetamina líquida, con capacidad para generar 2 toneladas diarias de droga, fue desmantelado por personal de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), específicamente del 94 Batallón de Infantería de El Sauz, Sinaloa.

El hallazgo se dio más allá de Bacayopa, en una zona montañosa, aislada, donde ya no hay señal de celular ni presencia de autoridad civil. Donde las casas están cerradas, los pueblos vacíos y la violencia ha forzado un desplazamiento silencioso. La única constante en ese paisaje desolado es el control territorial del crimen organizado, que opera sin mayor resistencia, hasta que un operativo rompe —por unas horas— el silencio.

Narcolaboratorio industrial en medio de la nada

La estructura clandestina contaba con 15 reactores químicos, 19 condensadores, 64 tanques de gas, mezcladoras, y más de 7 mil litros de precursores químicos. En total, la inversión en infraestructura y materiales asciende a más de 17 millones de pesos, según confirmó el teniente coronel Pablo Francisco Reyes Barraza, segundo comandante del batallón.

Además, se encontraron alrededor de mil kilos de metanfetamina líquida ya procesada, equivalente a 2 millones de dosis, lo que representa ganancias diarias de 67 millones de pesos para los grupos criminales.

El laboratorio estaba tan bien equipado que solo le faltaba el último paso: la solidificación para convertir la droga líquida en “cristal”, lista para su distribución y venta.

Reacción violenta y fuga

El personal militar fue recibido con agresiones al llegar al sitio. Aunque no hubo heridos, los operadores huyeron a pie, abandonando el laboratorio y una camioneta GMC de modelo reciente. No hubo detenidos, tampoco armas aseguradas. Solo estructuras vacías y herramientas listas para volver a funcionar en cuanto el Ejército se retire.

La impunidad es total. Los responsables escaparon sin problemas, a pesar del despliegue militar que incluyó hasta unidades blindadas tipo “Ocelotl”. Esto confirma lo que ya es evidente: en muchas partes de la sierra sinaloense, el crimen organizado se mueve con mayor libertad y coordinación que el propio Estado.

Comunidades vacías, Estado ausente

Una parte clave —y preocupante— de este operativo es el abandono total de las comunidades cercanas. Las casas están cerradas, las ventanas selladas, los caminos vacíos. Hay quienes se han ido por vacaciones, pero muchos más lo hicieron por miedo, por seguridad, por presión de grupos armados. Se trata de desplazamiento forzado, aunque no siempre se reconozca oficialmente como tal.

Mientras el narco instala laboratorios industriales, la población civil huye y las autoridades civiles brillan por su ausencia. El Ejército es el único actor visible en el terreno, pero su presencia es temporal, táctica, no permanente ni estructural.

Desinformación como estrategia del narco

El teniente coronel Reyes Barraza también advirtió sobre una estrategia del crimen organizado: desacreditar la presencia del Ejército a través de la presión social inducida, mediante denuncias fabricadas y quejas promovidas por intereses delictivos. Es decir, usar a la comunidad como escudo y chantaje mediático para que las fuerzas armadas se retiren y les dejen el camino libre.

Este fenómeno no es nuevo. Es parte de una lucha que no solo se libra con balas, sino también con narrativas.

¿Y ahora qué?

El Ejército mantendrá presencia con un pelotón en Bacayopa para seguir buscando y destruyendo laboratorios. Pero la pregunta de fondo sigue en el aire: ¿qué pasa cuando se van? ¿quién ocupa el vacío que dejan?

El aseguramiento de este laboratorio es sin duda un golpe logístico y financiero para los grupos delictivos, pero también deja en claro algo más: Sinaloa sigue siendo un epicentro de producción de drogas sintéticas, y muchos de sus rincones siguen fuera del control institucional y bajo dominio criminal.

Los operativos funcionan… por unas horas. Pero lo que no ha cambiado es el abandono estructural del Estado, la ausencia de políticas públicas, y la normalización de territorios sin ley.

La sierra sigue siendo tierra de nadie. O peor: tierra de alguien más.

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